"Blogorrea"
Los lunes, muy temprano, me pongo al día en la lectura de los comentarios que los ilustres visitantes dejan en mi entrada (post) semanal. Yo aprecio esa cortesía en lo que vale, porque me cuesta mucho trabajo poner en blanco y negro las ideas que se me ocurren durante la semana para compartir con ustedes. Es una tarea que requiere bastante “oficio” -como dicen los entendidos-, más todavía para aquellos que, como yo, no vienen con el chip de la retórica incorporado de fábrica. Y el blog, como la huerta casera, debe ser regado permanentemente con el agua fresca de la palabra para que no muera.
Con todo, es enorme la cantidad de blogueros que existe -y subsiste- en el ciberespacio, y yo admiro su persistencia así como su capacidad para escribir tópicos interesantes. Noam Chomsky prefiguró hace años las posibilidades infinitas de la Internet como herramienta -buena o mala dependiendo del uso que se le dé- para compartir el conocimiento y la información. A mi modo de ver, el blog arroja hasta la fecha un balance positivo, como quiera que se ha convertido en un sucedáneo masivo de la tertulia de cafetín, o del “five o´clock tea” de las damas, donde se compartía el comentario ingenuo -o maligno- sobre los temas de actualidad, el chascarrillo, el gusto por la ciencia, el arte, la culinaria, el cine, qué sé yo, la música, o la afición por las letras. ¿Quién no soñó alguna vez con tener, ya no digamos seis contertulios, sino quinientos mil lectores de sus experiencias como ferroviario, en menos de dos años? El blog lo ha hecho posible.
Porque todos los fulanos y fulanas de tal, a despecho de quienes se creen los dueños de los temas importantes, tenemos algo que decir. En cualquier caso, yo celebro que haya cientos de miles de blogs en el mundo, así no traten de aspectos “graves y trascendentes”. Compartir con otros las cuitas, las experiencias y aún las banalidades puede ser liberador. ¡Viva la catarsis, muera el PROZAC!
Porque todos los fulanos y fulanas de tal, a despecho de quienes se creen los dueños de los temas importantes, tenemos algo que decir. En cualquier caso, yo celebro que haya cientos de miles de blogs en el mundo, así no traten de aspectos “graves y trascendentes”. Compartir con otros las cuitas, las experiencias y aún las banalidades puede ser liberador. ¡Viva la catarsis, muera el PROZAC!
De aquí vino a resultar que algunos profesionales de la palabra escrita, tal vez molestos por el hecho de que ciudadanos comunes y corrientes puedan cautivar algunos lectores, sacaron a la palestra un nuevo término para designar de manera peyorativa la persistencia de los blogueros aficionados: blogorrea. Con este socorrido y horroroso neologismo -si cabe el término- han querido insultar el flujo más o menos constante de entradas, es decir, la locuacidad necesaria para mantener vivo un blog. Como si todas las entradas no “especializadas” fueran carentes de belleza o de significado. ¡Qué infortunada generalización!
Yo soy seguidor de muchos blogs, en su mayoría espléndidos, otros quizás no tanto, pero todos desbordantes de sensibilidad. Todos con un mensaje que enriquece la historia total del ser humano sobre esta tierra con la que pronto vamos a acabar. Todos con experiencias de vida que conmueven al lector: “a mí me pasó lo mismo que a usted”, comenta en un blog mexicano un caballero de Pereira. “Yo también ví esa telenovela en el setenta y cuatro”, escribe en otro una señora de Santiago de Chile. “Todos los hombres terminan por engañarla a una”, sentencia una dama en Nueva Loja al leer un blog salvadoreño. “hermoso tu poema, ¡cómo no se me ocurrió a mí primero!”, se duele un ciudadano de Calgary. En fin, la poesía no es patrimonio exclusivo de los vates consagrados. La buena prosa también campea en los blogs de los ciudadanos de a pie.
Y en cambio las veleidades de algunos escritores reconocidos ocupan hoy sus blogs, en el mismo lugar donde otrora pacían sus buenas letras. Así por ejemplo, se ventila por estos días en varios de ellos la trifulca por un premio de “Vida y Obra”, cuyo tratamiento nos recuerda la alcurnia de una pelea de marchantas en la galería, pero sin su encanto natural. Uno que otro escritor de oficio, sin embargo, habla de blogorrea en el ciberespacio. Por mi parte reivindico el blog como instrumento de democratización de la palabra sin ínfulas, de la charla sin pretensiones intelectuales, esto es, de la blogorrea simple y llana, así suene escatológico el asunto.
eso de "blogorrea" lo debieron copiar de "logorrea" que es lo que hablan los loquitos JAJAJA. Pero a los locos y a los niños hay que escucharlos porque dicen cosas muy lúcidas. De acuerdo con usted, peatón. ¡Que viva la blogorrea y que muera el prozac! JAJAJA
ResponderEliminarY que no nos oigan los criminales de cuello blanco de las transnacionales farmacéuticas, pues son capaces de patentar un jarabe contra la blogorrea.
EliminarSi, Darío, miles de sensibilidades para miles de lectores. Siempre hay algo que nos "toca" en lo más profundo. Para mí los blogs que sigo son como una ventanita al mundo. Por favor, no vayas a abandonar el tuyo.
ResponderEliminarPor ahora no hay peligro de eso, doña Lola. El esfuerzo por mantener este espacio virtual siempre será menos costoso que los honorarios del psiquiatra. !Que viva la catársis!
ResponderEliminarlas cosas de pueblo siempre fueron rechazadas por los que se creen dueños de la verdad, dueños de la élite del saber, no se dan cuenta que van muriendo de apoco, mientras nosotros"crecemos de a muchos", saludos querido Peaton
ResponderEliminarAsí es, Amalia. Las élites intelectuales excluyentes se han ido encerrando en su propio autismo.
EliminarSin duda otro gran servicio de Google. De las pocas empresas rescatables de Silicon Valley. Google: averigua sobre el mundo, Google earth: Mira el mundo desde afuera, google maps: Ubícate en el mundo, Youtube: entérate de lo que el mundo quiere mostrarte, Boggler: Entérate de lo que el mundo opina, piensa, siente y capta de el mismo.
ResponderEliminarComo no, Alejo. Estos jóvenes de Google, han revolucionado el derecho a la información.
EliminarPues estamos frente a un fenómeno que ha ido creciendo en forma desmedida. Tanto, que los gobiernos tienen miedo de lo que la blogosfera significa (ya sabes que han querido comenzar con la ley SOPA)Ya que ahora es cuando se dicen cosas, que antes callaban los que creían tener controlada y en sus manos la vox populi.
ResponderEliminarSiento que muchos todavía tienen miedo de opinar y, por ejemplo, el Facebook es usado más para cosas superfluas y frívolas, dejando de lado las cosas son de verdad trascendentales.
Ya ves como en otros países, los usuarios de la redes sociales han hecho verdaderas ventanas de denuncias y lucha en contra te las arbitrariedades de sus gobiernos.
Creo que a muchos países latinoamericanos nos falta crecer.
Mis saludos y gratitud a Inés del alma tuya y a tus hijos. Reciban mi cariño, grande grande: Doña Ku
Mi querida tía Ku:
EliminarEfectivamente esta herramienta tan versatil nos ha acercado para conocernos y reconocernos en el ciberespacio. Yo agradezco que me haya dado la estupenda oportunidad de conocerte.
Se puede expresar y compartir tanto. Buen post.
ResponderEliminarComo por ejemplo de buen cine, David. Tu extraordinario blog es para mí un referente muy importante. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras aquí y en el blog.
EliminarPues algo bueno ha de tener esta forma de contactarnos a traves de los blogs, dada la cantidad de seres en el mundo que la usan.
ResponderEliminarTal vez eso sea preocpante para los que desean que los seres sean......poco pensantes no????
Cariños
Ciertamente abu. La pluma es más eficaz que la espada.
EliminarTotalmente de acuerdo, viva la posibilidad de expresarse y comunicarse sin la jerarquía de los académicos puristas , que también vale, pero no da la libertad del blog en Internet. Solo la responsabilidad del manejo hace poible pasar ratos muy agradaqbles. Que tal si... podemos compartir blogs y ampliar nuestra red de los mismos.
ResponderEliminarMartha Cecilia
Martha Cecilia, me adhiero a tu propuesta de compartir blogs para ampliar nuestra red. ¿Qué hay que hacer?
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