Exaltación de la “masculinidad” en Palonegro
“Más se perdió en Palonegro”
adagio popular
Hay en el aeropuerto de Palonegro, situado en
el municipio de Lebrija (Santander), que presta servicios a la ciudad de
Bucaramanga, un obelisco erigido en honor a los héroes de la batalla de
Palonegro. Se trata de un monumento discreto que pasa desapercibido a los
viajeros (siempre afanados por alcanzar un vuelo) que llegan al aeropuerto en
automóvil de servicio público o particular. Conque, salvo algunos funcionarios
del terminal, ciertos taxistas en espera de pasajeros y uno que otro viajero
desocupado, como el suscrito, nadie repara en la placa conmemorativa de la
batalla en cuestión.
Son las cuatro de la tarde (mi vuelo saldrá a
las cinco y media) y ante nada mejor que hacer después de haber registrado mi
viaje y leído hasta los avisos clasificados del diario local, decido salir a
mirar el obelisco. Soy de una generación pre tecnológica que limita a lo
estrictamente necesario el uso de los dispositivos electrónicos. Abomino del
autismo que producen tales aparatos en sus pobres usuarios, de modo que me
encamino hacia el monumento de marras, vadeando el estacionamiento del aeropuerto hasta
llegar al obelisco. Para acceder al complejo uno debe caminar el equivalente a
tres cuadras por la vía pública (no hay acera), corriendo el riesgo de ser
atropellado por los afanados conductores, tramo que se salvaría fácilmente
cruzando por la mitad del estacionamiento, claro está, si hubiera una salida
peatonal en la parte posterior. Acaso hay un deliberado desinterés en que los turistas
visiten el monumento. Quizá el hecho tenga que ver con que el monumento
conmemora la muerte insensata e inútil de miles de hombres (más de 4.500 según reza la placa), en una batalla larga y cruel entre liberales y conservadores llevada
a cabo en ese sitio entre el 11 y el 26 de mayo de 1900. El obelisco, en
palabras del autor del texto de la placa, Coronel Leonidas Florez, es “un
monumento al pavor para ejemplo de la esterilidad de las guerras civiles”,
y de todas las demás, agregaría yo.
Culmina su homenaje el Coronel Florez manifestando que “En
Palonegro quedó demostrada la masculinidad de los colombianos llegados de todos
los rincones del país”. Como sea, me aparto respetuosamente de lo
afirmado con innegable sesgo machista en este último párrafo, pues lo único demostrado en dicha batalla fue, a mi juicio, nuestra estupidez endémica, nuestra
absurda proclividad a la violencia para resolver las diferencias, y la
utilización perversa del pueblo como carne de cañón para defender a sangre y fuego los
privilegios del establecimiento y los terratenientes.
Se me ocurre que deberían llevar esa placa a
las conversaciones de paz en la Habana como recordatorio y para vergüenza de las partes, que no acaban de
develar todavía sus oscuras intenciones, sus ases bajo las mangas.
Otra fuera la historia si en nuestras diferencias se
hubiera demostrado mejor la feminidad de las colombianas, es decir, su sentido
común, su valentía y estoicismo ante la
adversidad, la persistencia en sus luchas y reivindicaciones, su condición de madres dadoras de
vida y no de muerte. Hay un dicho, creo que de Ambrose Bierce, un hombre que
participó en varias guerras civiles, que
sostiene que un cobarde es una persona en la que el instinto de
conservación aún funciona con normalidad. Quizá se refería a una persona con
sentido común que se niega a participar en una guerra absurda, que se abstiene de matar a un
igual para proteger intereses ajenos y mezquinos.
Esa no es cobardía en el sentido de los belicistas, sino objeción de
conciencia.
Y a despecho del adagio popular que antecede
esta entrada, evidentemente en nuestra guerra inveterada hemos perdido mucho más que en
Palonegro!!!
Coincidimos en la curiosidad, esta nos lleva a averiguar cuestiones que de otra manera pasarian desapercibidas y que generalmente nos dan motivos de conocimiento y reflexión. Comparto lo quie has meditado y nos expones. Las guerras civiles son las más crueles de las guerras, porque enfrentan a hermanos y a iguales, pero también lo son las demás guerras, y aunque a veces haya que haber defendido lo propio, es porque alguién, con codicia, ha intentado apoderarse de lo ajeno por la fuerza.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto, Chela, qué sería de nuestros blogs sin la curiosidad que nos llena de motivos
EliminarEn Colombia se debería hablar de guerras mixtas, en donde los civiles son los principales afectados, mientras que las fuerzas armadas de ambos bandos están de acuerdo en un punto fundamental, la rentabilidad de la guerra.
ResponderEliminarSuerte tienen los que quisieron contar una historia a través de un monumento, porque aún existen desocupados que la vuelven a inmortalizar.
De acuerdo pelao, el fuego de la guerra se atiza con la avaricia de los que se lucran de manera infame con ella.
EliminarEs que nos consideran botin de guerra
ResponderEliminarInteresantisimo lo leido
Saludos
Ciertamente, querida Martha. Otra infamia de la guerra
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