Alabanza de las hermanas
(La criatura, o sea yo. Foto familiar)
Soy lo que soy gracias a mis hermanas. Lo cual no habla muy bien de ellas. Con todo, aceptemos que lo rescatable en mi humanidad se debe a su presencia en mi vida, y lo demás, digamos, mi lado oscuro, se debe más a mi proclividad a los porrazos que a sus buenas intenciones, aparte, claro está, de la malacara que tenemos los Gómez Ahumada. Pero ese es un atavismo harto difícil de superar.
Y es
que las hermanas suplen con frecuencia la ausencia de la madre, más aún cuando
sus hermanos, como en mi caso, han sido amigos tempraneros de los apósitos y
las férulas que alivian las lágrimas producidas por las caídas de la infancia.
Ellas estuvieron presentes entonces, y lo seguirán estando ahora que los
porrazos son de otra índole, más metafísica quizás, pero porrazos al fin y al cabo. Es
como si su hermosa condición de mujeres las indujera a extender de manera
vitalicia su instinto protector para
cobijar al hermano descarriado.
Yo
recuerdo un viaje en tren (cuando en Colombia había tren). Era el año 1971. Regresábamos de Medellín con destino a Bogotá,
mis dos hermanas (de doce y once años de edad) y quien esto escribe de escasos nueve
años a la sazón. Era la primera vez que viajábamos sin la tutela de un adulto. Sin embargo,
durante el periplo no tuve miedo, ni siquiera cuando el mundo se oscureció una
breve eternidad (aquí vale el oxímoron) mientras el tren atravesaba los cerca de cuatro kilómetros del túnel de
la Quiebra. En cualquier caso, me sentí protegido por mis hermanas, siempre a
salvo de los espectros que acechan a los niños en la oscuridad. De hecho nunca
supe si ellas sintieron algún temor ante las eventualidades de un fatigoso
viaje de más de veinte horas, pasando por los ejidos del mismísimo infierno en el cálido
Puerto Berrío, junto a personas desconocidas y cargando con la responsabilidad de
cuidar a un mocoso, necio como una cuítiva, siendo ellas también apenas unas
niñas.
Y, a decir verdad, cuarenta y dos años después de esa aventura sigo percibiendo esa sensación de tranquilidad cada vez que me acojo a su hospitalidad o recibo sus llamadas que trascienden la distancia y la rutina.
Y, a decir verdad, cuarenta y dos años después de esa aventura sigo percibiendo esa sensación de tranquilidad cada vez que me acojo a su hospitalidad o recibo sus llamadas que trascienden la distancia y la rutina.
No
les perdono, sin embargo (aunque tampoco fue su culpa), las vergüenzas que padecí
de niño al tener que heredar sus blusas color fucsia y verde limón
(respectivamente) con cuello de tortuga, que me obligaron a utilizar por
aquello de la economía familiar que no repara en el daño que se le puede causar
al alma infantil, en aras del máximo aprovechamiento de la ropa. Hay foto.
Me encantan las tiernas fotos de la infancia, de cuando todo era dulce, cariñoso, familiar, inocente...
ResponderEliminarAunque mis hermanos (chico y chica), menores que yo, murieron jóvenes, con 50 y 56 años, me agrada recordar la época en que fueron coprotagonistas de mis vivencias infantiles. Ahora hay muchos niños hijos únicos y siento que es una lástima no tener con quien compartir juegos, ilusiones y travesuras. Perder a los padres, es ley de vida cuando pasan los años, pero perder a los hermanos es carecer del apoyo necesario cuando aquellos faltan.
Deseo que las disfrutes mucho tiempo y que ellas tengan también siempre tu cariño.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Chela por tu comentario tan cálido que, como todos los tuyos, rezuma sabiduría.
EliminarUn fuerte abrazo.
Darío
querido Peaton no te aflijas las economías de antaño eran todas iguales, nosotros recibíamos la ropa de primos y a la vez la pasábamos a otros en espera, con suerte estrenábamos algo en Navidad, debes estar feliz del amor de tus hermanas nunca pensaste en el tiempo que perdieron por ti, y los apuros que les habrás echo pasar, pobres niñas voto por ellas, abrazo
ResponderEliminarCon mucho gusto les daré tu mensaje solidario. Gracias, Amalia. Un fuerte abrazo.
EliminarCalido muy calido lo que compartes.
ResponderEliminarDos hermanas, se entiende tu foto con la pelota, tu papa salio corriendo a comprarte ese articulo tan masculino ja ja, es broma!!!!!!!
Que lindo ser varios, yo tengo solo un hermano, menor 5 años al que quiero desde el alma.
Un abrazo
¡Tu que eres hermana y sabes........! Gracias por tus palabras, querida amiga Martha.
EliminarQué bello es estar presente en las palabras de recuerdo de un hermano!!
ResponderEliminarGracias.
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