La panadera
Por: H. Darío Gómez A.
Sus manos acariciadas
Por el rigor de las sustancias
Recrean al alba el prodigio de la multiplicación.
Los amasijos de harina se regodean entre sus dedos
Y se estremecen luego en el horno
Al calor de sus entrañas.
Es Lola, la panadera.
Mujer incendiaria
Que no precisa energía ajena
Para atizar un fogón.
Y como guerrera irreductible
Se basta a sí misma,
Sin esperar nada a cambio de su generosidad.
Es Lola, la panadera.
Alma libérrima
Tal sus bucles indomables;
Su llaneza es arrolladora
Como la sonrisa franca
Con que ilumina la
oscuridad abisal de la convención.
Es Lola, la panadera.
Hermosa a la manera de un amanecer,
Fogosa, arisca,
Orgullosa,
A veces pendenciera,
Siempre solidaria,
Definitivamente encantadora.
Lola, la panadera.
(Créditos foto: Mujer escultural de Botero, Museo de Antioquia, Medellín, colombia. Foto de H. Darío Gómez A.)
JAJAJAJAJA, rellenita la panadera de la foto. Y como la describes, peatón, debe ser bellísima.
ResponderEliminarsi, hermosa la muchacha rolliza, que, ahora que caigo en la cuenta, también debe tener tu mismo nombre de pila: Dolores
EliminarDarío: Es bello que te refieras a una "hacedora de pan", elogiando su labor y a su muy particular oficio.
ResponderEliminarSiempre he pensado que las mujeres nacimos para alimentar y que no hay nada más gratificante, que ver la cara de satisfacción del que es alimentado dicéndote: "te quedó¡riquísimo!".
Así que bravo por tu poema. Ojalá hubiera muchos hombres que ensalzaran la labor de las "alimentadoras" en general.
Debo decirte que el estilo del barrio de San Francisco Javier, es muy parecido a un pueblo del Estado de Guerrero, llamado Taxco (que por cierto fue el escenario de mi"luna de miel", hace ya bastantes ayeres).
Saludos cariñosos de tu mexicana tía: Doña Ku
Gracias, tía Ku, por tus palabras que complementan hermosamente este humilde homenaje a esas amorosas trabajadoras. Un fuerte abrazo.
EliminarTe cuento, de otro lado, que el barrio obrero de San Francisco Javier es uno de los pocos que se conservan a pesar de la renovación urbana sin concierto ni memoria que cunde a Bogotá.
Mi entrañable amigo de la infancia, el ingeniero Alvaro P, desde su confinamiento en un complejo industrial aislado del mundo, me escribe lo siguiente:
ResponderEliminar"Me sorprendo al leer tu Blog las notas de La Panadera y la Pasteleria Arlequin...!
Son refrescantes, adictivas y punzantes y lideran el buen ejemplo de escribir
sobre el acontecer diario y lo que nos rodea, que pasamos diariamente sin mirar,
y pensé en hacerle una oda al Bulldozer o al Taladro, pero los decibeles del motor
que son diferentes a "Las Cibeles del Amor...!" no me dejan inspirar, por lo tanto me ire a roncar...!!!
Espero que el Soldador y el Cuñero, se coman su sancocho y a la hora de la siesta
todos juntos soñemos ............................con la Panadera del campamento..."
Yo que conozco a mi amigo Alvaro desde la infancia, sé que es un poeta extraviado entre ecuaciones diferenciales y cálculos abstrusos. Quizá muy pronto las Cibeles del amor derrotarán a los pérfidos decibeles y entonces tendremos entre nosotros al poeta en ciernes.
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